La Espeleología
Por eso, quizás tendríamos que referirnos a otras cosas para poder hablar de la Espeleo con una cierta precisión. Podríamos decir que hacer Espeleo es vivir de una determinada manera un tiempo más o menos concreto. Vivir ese tiempo es abrirse a una realidad nueva que siempre te pide más y que está a la puerta de todo lo que después podremos encontrar en cualquier sitio cuando hablamos de Espeleo. A algunos nos gusta pensar que en un planeta ya descubierto casi en su totalidad, sólo queda el subsuelo para poder ser un explorador, un descubridor de nuevos mundos. Pero en realidad, todo comienza con adentrarse por primera vez en una cueva. Rápidamente te vas dando cuenta de cosas concretas: de un lado, es claro que no te puedes meter solo en una cavidad, necesitas ir con otros, quizás porque la misma oscuridad sobrecoge de tal manera que uno se asusta de lo que hay un poco más adelante de donde llega el débil haz de esa linterna de mano con la que te has metido; de otro, percibes, sobre todo al salir, que vas hecho un asco, que necesitas ropa para cambiarte, ropa cómoda, que cuando te tengas que arrastrar no se te mueva (un mono de trabajo, por ejemplo); también empiezas a descubrir que es peligroso ir sin casco (algún que otro mamporro te ayuda a tomar conciencia) y la importancia que tiene el tema de la luz... si se pudiese llevar algo más de luz que ilumine todo lo que se abre ante ti... Y sobre todo, te das cuenta de que hay cosas que te impresionan por su belleza. Comienza así el rosario de gastos que conlleva la práctica espeleológica: un mono, un caso con luz de acetileno, una carburera, unas botas de agua, un cinturón donde colgar la carburera, unos guantes que aguanten el barro, la abrasión y el agua...
Una vez superadas esas cuestiones técnicas, y siguiendo con el imparable tema del gasto de compra de material, vas llegando cada vez más allá, cada vez más dentro de la tierra, cada vez más vinculado a tu grupo, y empiezas a sentir que es una lástima que algunos buenos amigos se pierdan lo que estás haciendo, lo que estás viendo. Cada vez que llegas a un sitio bien hermoso y profundo, tienes la sensación de ser uno de esos privilegiados que han podido llegar hasta ahí y contemplar lo que la tierra esconde.Te preguntas cómo poder llevarte todo eso fuera: un mundo escondido que lleva cientos de miles de años conformándose para que llegues un buen día y lo puedas contemplar. Y de esa manera, te metes sin querer en el mundo de la fotografía subterránea, un tema algo complejo y donde no es fácil percibir que puedes reflejar de verdad lo que ves.La fotografía en las cuevas es demasiado especial y muy distinta de la fotografía al aire libre o en un estudio. Tiene sus propias técnicas y te ves adentrándote en otro apasionante y nuevo mundo. Pero no para ahí la cosa. Un buen día vas a buscar un agujero que no conoces y no lo encuentras. Te adentras entonces en otro mundo bien distinto, la topografía de superficie, el manejo de los GPS y de los mapas, la utilización de los programas de ordenador que te abren a otro mar de posibilidades... Y en algún otro momento descubres una cueva de la que nadie sabe nada, o al menos no hay ninguna referencia bibliográfica que te ofrezca un mapa de la cavidad. Aparece, entonces, otro nuevo ámbito a investigar: la topografía subterránea, también peculiar y distinta a lo que sabes sobre manejos de mapas de superficie, nuevos programas informáticos, etc. De su mano, te preguntas cómo demonios se han formado estas cuevas y te empiezas a interesar por el mundo de la geología, del karst... Y ni siquiera tu grupo es suficiente. Necesitas de otra gente que tenga más experiencia que tú, que ya hayan pasado por estos mismos estadios y hayan encontrado respuestas a tus múltiples preguntas: libros, congresos, información en internet, contactos con la Federación, con otros grupos... Todo esto y mucho más es la Espeleología. Un mundo nuevo donde cada cual vive esas parcelas de su tiempo con todas estas cosas. Si quieres, puedes animarte tú también. |