La Sima de Tintacushpa.

El mito del Solpecuro en Tintacushpa.

El 18 de Agosto de 2003 todo el grupo de espeleólogos parte hacia El Chillo con intención de entrar en contacto con Peter Lerche. En los encuentros anteriores, Peter nos había comentado la posibilidad de hacer una sima en cierto lugar dentro de una chacra de su propiedad.

El nombre de la Sima es de origen quechua. La ubicación de la cavidad es una gran dolina en cuya parte más alta se han encontrado cuevas de las que los antiguos moradores excavaron para extraer un polvo amarillo con el que tintar sus ropas. De ahí ‘Tinta'. Cushpa significa ‘quemado' y tiene relación con las vetas negruzcas de la caliza que hacen pensar que han sido abrasadas por el fuego.

Según nos relata Peter, existe un mito alrededor de la Sima: el Solpecuro. En quechua, el ‘solpe' es una red de las utilizadas como instrumento de pesca. La red tiene numerosas bolitas en su parte exterior. Cuando se lanza al agua se tira con un cordel de la bolitas y la red se cierra, dejando en su interior los peces. El Solpecuro es un animal con la misma forma y cada una de esas bolitas es una cabeza. Se abalanza sobre los hombres y los devora por completo no dejando de ellos más que los huesos. Según la tradición de la zona, en la sima Tintacushpa habita el Solpecuro. Desde la boca de la sima pueden escucharse sus gritos, pero nadie jamás ha podido verle. El mismo Peter dice que también lo ha escuchado pero no sabe de qué puede tratarse. Incluso parece ser que en algún momento se han lanzado pequeños explosivos al interior de la cavidad, pero sea lo que sea, el Solpecuro no ha desaparecido y ha seguido chillando desde el fondo.

Aproximación a Tintacushpa.

En la expedición del 2003, desde El Chillo subimos hasta la casa de Peter Lerche. La mayoría hizo el viaje en una combi junto con todo el material. Dos de los espeleólogos subieron a pie debido a un error en la coordinación con Peter Lerche. Desde la casa de Peter nos dirigimos hacia un refugio situado en su chacra, 500 metros de altura más arriba. Para el porteo de material se utilizó sólo una caballería, ya que no se disponía de más. Todo el resto del equipo lo transportamos los espeleólogos sobre nuestras espaldas. El ascenso hasta la chacra fue demoledor. Tardamos unas tres horas en subir y llegamos absolutamente exhaustos.

No obstante, fuimos a reconocer el lugar. La visión era de una grandeza descomunal. En lo alto del cerro se abría una gran dolina elipsoide que podría tener aproximadamente unos 200m. de eje mayor por unos 50 en el menor. La parte más occidental de la misma está como unos 20 ó 30 m. más baja que la oriental. La diferencia entre ambas presentaba unas formidables paredes calizas donde se apreciaban las vetas negras propias de la roca que dan ese tono a ‘quemado'. En la parte alta del noreste se apreciaba la entrada a las cuevas artificiales de donde antaño extraían el tinte. Toda la superficie de la dolina estaba cubierta de la espesa vegetación selvática.

Por el lado norte ascendimos hasta la parte más alta y nos detuvimos a explorar las cuevas de Tinta. Por el color de la roca y el olor que desprendía, pensamos que se podía tratar de azufre. Las cuevas se ve claramente que son de origen artificial. Se aprecian aún los rasgos de haber sido excavadas.

Bajando hacia la parte más baja de la dolina por el lado norte, tuvimos que ir abriendo trocha con el machete. La intención de Peter era llegar a un puente de roca que era el sitio más bajo en el centro de la dolina desde donde acceder a la cavidad. Una vez allí intentamos ver el fondo de la sima, pero la situación en la que nos encontrábamos no lo hacía posible.

Desde el puente de roca volvimos hacia la cabaña abriendo de nuevo un camino en medio de la jungla para poder acceder al día siguiente con el material. Llegamos al refugio de Peter exhaustos.

Al llegar nos dimos cuenta de que teníamos un problema añadido: habíamos traído comida insuficiente para los dos días que habíamos pensado dedicar allí. Empezamos entonces a racionar lo que teníamos y nos contentamos con cenar una sopa que afortunadamente Peter tenía en su refugio.

Intento y retirada de la exploración.

Al día siguiente, 19 de Agosto de 2003, nos dirigimos con todo nuestro equipo hasta la boca de la sima. Situados en el puente de roca tuvimos que despejarlo de vegetación para poder tener un lugar en el cual montar un asentamiento que nos permitiera cambiarnos y preparar el material. Anclando la cabecera en dos árboles, comenzamos el descenso del pozo de entrada. Agustín Rodríguez fue quien inició el descenso.

Cuadro de texto:  Una vez situado en la vertical pudo observar que se trataba de un descenso de unos 30 m. hasta una repisa amplia en cuyo centro, divido por un gran bloque, se habrían dos nuevos pozos. Desde donde él se encontraba no era posible divisar el fondo. Surgió entonces la gran cuestión: ¿merecía la pena bajar hasta allí?.

Si nos limitamos al hecho de que habíamos llegado hasta allí con todo el material necesario no había, en principio, razón para desistir. Pero era necesario tener en cuenta varios factores más. De un lado estaba la situación de fatiga y agotamiento que tenía la mayor parte del equipo. No sólo el acceso del día anterior y la falta de alimentación, sino también el cansancio acumulado de todo el trabajo realizado anteriormente. Por otra parte, al día siguiente era necesario volver a Leymebamba, ya que habíamos acordado y quedado con Don Javier Farje en marchar a la Laguna de los Cóndores dos días después.

Cuadro de texto:  El pozo presentaba tal profundidad que era más que posible que pasásemos más de un día instalándolo. La cota a la que nos encontrábamos era, aproximadamente, de unos 2.700-2.800 m. El cauce del río Utcubamba se encuentra a unos 2.000. La lógica del subsuelo supone que el zócalo impermeable hasta donde llegue el sumidero que constituye la Sima se encontrara cerca de esa cota. Es decir, que la cavidad tendría que tener un desnivel de –600 ó –700 m. Obviamente no teníamos cuerda para tanto, pero sí disponíamos de unos 200 m. La cuestión a dilucidar era si merecía la pena bajar el pozo e instalarlo hasta donde diese la cuerda, para tener que volver a subirlo sin poder realizar la topografía ni una exploración en condiciones, teniendo en cuenta lo apretado de nuestro calendario y las fuerzas que nos quedaban.

Después de una larga discusión en la que se presentaron tensiones, decidimos no realizar la cavidad, aunque podía merecer la pena bajar un poco hasta la repisa y observar desde allí. Natividad Boto fue quien realizó el descenso. Se instaló un fraccionamiento y se llegó hasta la repisa. Unos minutos después de que se pusiera pie en esta, pudimos oír con toda claridad al Solpecuro. El ruido producido comenzaba con unos golpes secos similar al que hacen algunas aves golpeando con el pico. A este le seguía una especie de aullido como el de un gato cuando bufa (si quieres escuchar el grito del Solpecuro, haz clic aquí). No encontramos explicación al origen del sonido. Daba la sensación de ser un ave, y además un solo individuo que posiblemente estuviese en movimiento. Parece ser que existe una especie de ave que en su crecimiento acumula tantas grasas que al final no puede volar: ¿sería esto el Solpecuro?.

Decepcionados por no ver posibilidades reales para afrontar la cavidad y retirarnos dejando sin resolver el misterio del Solpecuro, volvimos al refugio de Peter.

Exploración en el 2005.

Cuadro de texto:  En el año 2005, el día 17 de Agosto nos dirigimos de nuevo al refugio que Peter Lerche posee en las proximidades de la Sima de Tintacushpa. El mismo día 17 accedemos hasta la boca e iniciamos la instalación de la vertical. Bajamos el pozo inicial Natividad Boto, Agustín Rodríguez, Jhon Huaman, Antonio Hernández y Nicolás Mayor. Una vez instalado el pozo procedemos a montar las cabeceras que posibiliten el descenso a los pozos inferiores. Durante el descenso, con una vertical en volado de 27 m., percibimos el paso inquietante de aves a nuestro alrededor al tiempo en que se escuchan los gritos atribuidos al Solpecuro. Por la forma de pasar a nuestro lado, parece que realmente se trataba de aves.

Una vez instalado el pozo de entrada y las cabeceras para la continuación de la exploración, iniciamos el ascenso. Al día siguiente, 18 de Agosto, nos dividimos en tres equipos: el primero de ellos corresponde a Agustín Rodríguez, aquejado de malestar general, vómitos y fiebre, Dolores Núñez, Miguel Ángel Castillo y Sebastián Laína, que se quedan a cuidar del primero; el segundo grupo lo forman Nicolás Mayor, Antonio Hernández, Peter Lerche y su sobrino Julio César, que recorren los alrededores de la sima para estudiar la geología de la zona; el tercer grupo formado por Natividad Boto y Jhon Huaman inician el descenso e instalan, exploran y topografían los otros dos pozos inferiores. Se trata de verticales de unos 25 m que terminan en rampas que en principio, en uno de los casos no parece continuar, mientras en el otro de los pozos se intuye su continuación.

El estudio de la zona nos desvela que la sima de Tintacushpa forma parte de un sistema conformado por al menos 5 simas próximas entre sí, situadas al pié de un escarpe rocoso y alineadas en lo que parece una dirección de fractura N 50º E. Se desarrolla sobre las calizas de la Formación Chambará (Triásico superior) que conforman la base del Grupo Pucará.

Cuadro de texto:

El día 19 se vuelve a entrar en la sima esta vez para terminar de recoger datos topográficos y para intentar fotografiar los animales que producen el temible grito del Solpecuro. Una vez avistados son reconocidos como huácharos, aves de gran tamaño que tienen su ubicación en las paredes del pozo y que conseguimos fotografiar.

Cuadro de texto:

Una vez realizada toda la exploración pudimos descubrir, viendo las fotos de la misma, la presencia de un pozo más que desde la repisa nos quedaba oculto y que no vimos. Se trata del lugar más cercano a la vertical de las minas de azufre. Intuimos que de haber habido algún tipo de utilización de ese pozo para sacrificios o algún otro tipo de ritual, sería este el que habría de contener los restos. De esta forma, entendemos que sería necesario volver en algún momento a esta sima para explorar la base de este tercer pozo. Una vez más, Tintacushpa se nos resistió.


Topografía de Planta.

Topografía de Alzado.

Datos topográficos de la cavidad:

FECHA:

17/08/2005

LOCALIDAD:

El Chillo

ZONA:

Tintacushpa

NOMBRE CAVIDAD:

Sima de Tintacushpa

UBICACIÓN GPS:

X: 184203

Y: 9289834

Z: 2.600 m

DATOS GPS:

WGS 84

Zona 18

DESCRIPCIÓN ACCESO GPS:

Es necesario ir con guía


Refugio de Peter Lerche

Puesta de sol sobre Kuelap desde el refugio de Peter

Pozo de Entrada

Ofrenda a los Apus del Cerro

Buscando otras cavidades del sistema

Nico ascendiendo el P32

Nati instalando el P27

John instalando el P25

Fondo del P25

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