Los colores de las rocas.

Tanto la Calcita como el Aragonita, los minerales más presentes en una cavidad, son incoloros. Sin embargo, cuando nosotros estamos en una cavidad, podemos encontrar muy distintas variedades de colores de gran belleza. Esta coloración de los minerales se debe a factores muy diferentes:

  1. La inmensa mayoría de los colores se deben a la presencia de materiales orgánicos en los precipitados. El caso más frecuente es el de aportes de ácidos húmicos y fúlvicos que proceden de la descomposición del suelo. Dan lugar a tonalidades ambar, amarillentas o marrones. La presencia de guano en la disolución genera una coloración marrón o negruzca.
  2. Parte de las coloraciones se deben a la presencia de iones metálicos en la red cristlaina de los precipitados. Las tonalidades de los distintos iones son las siguientes:
    Oxidos-hidróxidos de hierro Amarillo, anaranjado, rojo y marrón
    Oxidos-hidróxidos de magnesio Gris, negro y azulado
    Plomo Gris
    Cobre Verde, azul
    Azufre Amarillo
    Níquel Amarillo oscuro(en calcita) y verde claro (en aragonito)
    Cinc Rojo intenso, marrón y negro
    Arcilla, fango Marrón, rosado
  3. Defectos en la red cristalina de los minerales. Cuanto más grandes sean los cristales, más fácilmente se colorearán.
  4. La presencia de determinadas bacterias también contribuyen a la coloración al producir sales metálicas causantes del color.

La cueva es un organismo viviente.

Recuerdo cuando de pequeño me enseñaban que los seres vivos son aquellos que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Una cueva no se reproduce, pero ciertamente, nace, crece y muere. El nacimiento de las cavidades y su crecimiento ya hemos visto cómo se produce. Su muerte depende de la falta de agua para que se siga formando. Incluso a veces, un aporte exagerado de agua también puede destruirla al posibilitar colapsos y derrumbes en su interior que colmaten sus galerías y hagan que el agua busque otros caminos diferentes. Incluso entre los espeleólogos es fácil oír hablar de galerías fósiles refiriéndose a aquellas que ya no tienen ningún aporte de agua y por lo tanto han dejado de crecer.

En nuestra forma de existir, la vida y la muerte permanentemente se entrecruzan, y no puede ser de otra manera. Es verdad que cuando hablamos de cavidades, los procesos de vida y muerte son bastante longevos: hablamos de miles y de millones de años. Pero en todo caso, ese es su proceso vital. Lo que desde luego no tiene cabida es que nosotros seamos agentes de destrucción. Eso sí que es lamentable y triste. Durante miles, millones, de años, una cavidad ha ido creciendo y se ha ido vistiendo para que nosotros podamos algún día contemplar toda su belleza. Una colada, una estalactita, un gour, puede haber empezado a desarrollarse antes incluso del nacimiento de la raza humana. Tenemos por tanto una responsabilidad grande en relación con ella. De siempre ha habido que respetar a los mayores, y estos 'vivientes' que son las cuevas, sí que son 'mayores'. Lamentablemente hay quien no es capaz de vivir entendiendo esto y después de tanto trabajo que la tierra se ha tomado para formar la belleza que se nos abre, no necesita más que unos segundos para destrozarla. Cuidar las cuevas es un síntoma más de nuestra madurez humana, no sólo porque sean necesarias para el mantenimiento del equilibrio ecológico, sino porque sí, por respeto, porque hay cosas que merece la pena respetar y cuidar aún cuando no sirvieran para nada.